martes, 9 de agosto de 2011

Otra vez la misma escena. Repetida pero al mismo tiempo diferente. Él se acerca para besarte en los labios y tú le dejas, cerrando los ojos. Te preguntas si esta vez tú también eres de algún modo diferente. Si estás lista. Si es éste el momento adecuado y la persona adecuada. Porque quizás, sólo quizás (temes sólo pensarlo) tú para él sólo eres otra más. Le miras a los ojos y le pides que te diga que te ama. Te lo dice enseguida, sin dudar. Te amo. Te acercas lentamente, como la primera vez, en aquel parque, y le besas dulce y lentamente. De repente olvidas todos tus miedos, tus prejuicios... No te importa lo que nadie piense de esto. Y le das un beso en el cuello. Aproximas tus labios a su oído y le susurras "Estoy lista". Y te dejas llevar. Sin temor. Sin remordimiento. Te dejas desnudar. Porque en este momento tan sólo existís él y tú. Y todo lo demás pasa a formar parte de un segundo plano. Entonces sonríes y te das cuenta de que sin previo aviso ya eres diferente.

No hay comentarios:

Publicar un comentario